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Sostenible no es sinónimo de caro

La primera vez que me acerqué al concepto de sostenibilidad fue en 2001. En ese momento, entre cursos de estudio y un trabajo en el extranjero, fui voluntaria en una tienda de comercio ético y sostenible. Allí vendíamos artesanía y comida, entre otros productos, que principalmente, provenían del hemisferio sur: América Latina, África o Asia. Sus precios de venta eran, obviamente, bastante más caros que los que se podían encontrar en tiendas habituales. Hoy en día, la sostenibilidad se sigue asociando a un precio elevado. ¿Por qué?

Comercio justo y sostenible (CES Commercio Equo Sostenibile) 

El comercio justo y sostenible es esencialmente una práctica comercial basada en el compromiso de crear una economía mundial más justa y equitativa, capaz de garantizar los derechos tanto de los trabajadores como de los consumidores.

El CES ofrece a los productores del Sur un precio justo, generalmente superior al precio de mercado, por los productos adquiridos, garantizando así, una continuidad a medio-largo plazo de la relación comercial. Además, se privilegia a los productores organizados en estructuras comunitarias, cuya actividad productiva también va acompañada de intervenciones de protección social o ambiental. Para los consumidores del Norte, el CES ofrece productos de alta calidad y toda la información posible, para que a través del consumo, puedan realizar sus ideales de solidaridad social.

Además de los productos en venta, que no son baratos por su propia razón ética, las tiendas de comercio justo por sí mismas tienen precios más altos debido a que no disponen de una distribución a gran escala. Aunque todo esto tiene una razón: su función. Me gustaba mucho explicar a los clientes por qué los productos tenían ese precio, que era algo en lo que yo realmente creía. De esta  manera, les aportaba conocimiento y una mayor conciencia, además de reducir su desconfianza y la generación de los “rumores”, los prejuicios y los preconceptos habituales sobre el aumento inadecuado de los precios de estos productos.

Viajes sostenibles 

Paralelamente al comercio justo, también comenzaron a circular los primeros folletos de viajes solidarios. Y es desde aquel 2001, que comencé a apasionarme e interesarme cada vez más por la sostenibilidad aplicada a los viajes, sentí que tenía razón, que había encontrado mi camino; pero desafortunadamente, me había anticipado unos 20 años.

En Italia, como creo un poco en todo el mundo occidental que viaja, este nuevo concepto era todavía muy inmaduro. La AITR (Asociación Italiana de Turismo Responsable), nació en 1998 con muy pocos (11) operadores en el sector (agencias y operadores turísticos) repartidos por todo el territorio italiano. En 2018 habían crecido a 100 miembros y comenzaban a desarrollar y difundir una ética diferente. Pero la palabra sostenibilidad seguía siendo sinónimo de caro y costoso, obviamente, debido a la singularidad del viaje. 

No hace falta ser un experto en economía y comercio para entender la conexión entre la sostenibilidad (ya sea una artesanía hecha a mano o piezas únicas de producción familiar, comunitaria y local) con un precio superior a la producción a gran escala que se vende en los supermercados a precios mucho más baratos.  Lo mismo pasa con el turismo: un viaje a algún destino turístico desconocido, particular, único y casi inalcanzable, quizás es aún más fascinante y caro, por su singularidad, en todos los aspectos. En definitiva, una economía sostenible prioriza la calidad sobre la cantidad y pone el desarrollo por encima del crecimiento.

La responsabilidad comienza con nosotros 

Viajar sostenible y responsable es, ante todo y simplemente, una extensión de los buenos hábitos que traemos de casa: reducir el desperdicio diario, reciclar, apagar la luz cuando no es necesaria, ducharse en un tiempo adecuado, comer con cuidado tratando de reducir la cantidad de desperdicio de alimentos, usar una cantimplora en lugar de botellas de plástico, etc. Aparte de estos sencillos gestos diarios, las partidas más importantes que pesan en el precio y contribuyen a la sostenibilidad de un viaje son: el vuelo (que lamentablemente, además de ser un ítem importante en el presupuesto total, lo es también en términos de emisiones de CO2), el alojamiento, el transporte interno y una hipotética guía (preferiblemente local).

Recordemos que una gran cantidad de establecimientos turísticos ya se están comenzando a adaptar a las regulaciones gubernamentales para lograr los 17 objetivos sostenibles para 2030; esto significa que además de ser cada vez más sofisticados y cómodos, todos los aspectos del alojamiento están cada vez más atentos a temas sensibles como el ahorro energético o el bajo impacto medioambiental.

De nuestra casa a todas partes 

Cuando se trata de viajes sostenibles o responsables, todavía se piensa que es solo para destinos en desarrollo. Esta creencia existe porque la gente ve un mayor impacto del ecoturismo en los destinos “pobres” que en los destinos occidentales “ricos”. Nuevamente, es absolutamente necesario cambiar el paradigma: la responsabilidad de viajar se extiende a todos los continentes y todos los destinos. Se puede ser un viajero responsable en una escapada a la ciudad tanto como en un recorrido por la naturaleza. Por ejemplo, se puede reducir los desechos de plásticos, elegir un hotel ecológico, tomar una ruta en bicicleta o tener otras experiencias ecológicas. El ecoturismo significa que la economía, el medio ambiente y las comunidades locales no deben ser dañados por el turismo, sino que deben beneficiarse de él. 

Un viaje para todos

Hace años el turismo responsable se consideraba un nicho de mercado y esto lo hacía aún más “preciado”, solo apto para un determinado segmento económico de clase media-alta. Seguramente, porque era algo nuevo y «alternativo», además que  contrastaba fácilmente con los viajes masivos y de bajo coste. Ahora el viaje responsable siempre se opone a los viajes masivos, pero no tanto por el precio, sino por el sentido y la respetabilidad hacia la economía local, el medio ambiente y la cultura. No es el precio lo que marca la diferencia, sino el significado intrínseco del viaje.

No debería haber recorridos de ecoturismo especializados solo para el turismo sostenible. Más bien, cada segmento turístico, cada empresa y cada viajero, debe hacer todo lo posible para hacer del ecoturismo una realidad. De esta manera, los viajes responsables y sostenibles ya no se asociarían a un precio elevado.