Buscar
Close this search box.

El Hotel de Banksy en Belén, es un ejemplo de cómo el turismo puede ser político

[dropcap]T[/dropcap]odos hemos sido alguna vez turistas, y por lo tanto creemos saber lo que es el turismo. En el mundo moderno, el turismo es visto como una industria importante, que proporciona empleo y crecimiento económico. Al mismo tiempo, el turismo y los turistas son a veces menospreciados, vistos como torpes e ignorantes. Quedó atrás la época en la que el turismo era visto como una herramienta de la política y un tema de análisis político.

Un buen ejemplo de esto último se menciona en el libro de Linda Richter, The Politics of Tourism in Asia. Richter demostró cómo el turismo podría contribuir a fines políticos a través de varios estudios de casos asiáticos

Sin embargo, desde el inicio de la era de los mercados, el turismo ha sido considerado como una «industria» de gran importancia económica para los gobiernos nacionales. Lo cual ha opacado su capacidad para fomentar el compromiso político, la defensa política y el activismo.

El Hotel `Walled Off´ de Banksy

El Hotel Walled Off del célebre artista del grafiti Banksy, ha sido recientemente inaugurado en Belén (Palestina) el pasado mes de marzo de este año.

El hotel está situado frente al Muro de la Separación, el cual ha sido construido por Israel para separarse de sus territorios Palestinos ocupados. Promocionado como «el hotel con la peor vista del mundo», el hotel de Banksy está reavivando el perfil del turismo como una herramienta política.

Banksy ya ha demostrado anteriormente solidaridad con Palestina y los Palestinos. Pero la apertura de un hotel que albergue tanto a visitantes internacionales, como a israelíes y a palestinos es un enfoque novedoso que ha despertado interés y controversia.

La controversia ha surgido a raíz de las discusiones de expertos sobre si es un instrumento legítimo para la intervención en el conflicto Palestino-Israelí, o es un simple ejercicio de privilegio de élite.

Un análisis hace referencia al concepto de «ocu-turismo”, para describir el voyerismo en que algunos turistas participan, cuando durante sus visitas hacen poco para revertir la injusticia en Palestina o frente a un contexto global más amplio. En lugar de ver el Walled Off como una instalación de arte con mensajes políticos, es más útil verlo como un hotel igual que los demás,  pero con la capacidad de despertar una conciencia política.

Banksy ha financiado este hotel de nueve habitaciones para que funcione por lo menos durante el 2017, y posiblemente más allá. El Walled Off está dirigido por el personal del hotel que trabajará mientras esté abierto; cabe resaltar que no son actores sino trabajadores normales.

Ocupando una habitación bajo ocupación

Instalar un hotel en un sitio desde donde los huéspedes pueden sentir la opresión de la pared y la experiencia de ser supervisados desde una torre de vigilancia israelí permite incorporar a los visitantes en el contexto de la ocupación.

Aunque hay habitaciones de lujo («la suite palaciega está equipada con todo lo que un jefe de estado corrupto necesitaría»), también hay una habitación económica equipada con literas militares israelíes por US$30 la noche. Este tipo de alojamiento demuestra el deseo de que el rango de clientes sea amplio y que no sólo se limite a los fans de élite del arte de Banksy.

Los visitantes del Walled Off experimentarán estar amurallados por paredes, puestos de control y controles de seguridad. Tales experiencias tienen el objetivo de provocar empatía y una mejor comprensión de la realidad.  

La experiencia en el Walled Off hace contraste con los habituales tours a Tierra Santa, donde los turistas internacionales pueden no darse cuenta de que su visita a Belén los ha llevado al Territorio Palestino ocupado (debido a que los mapas israelíes no identifican este territorio como separado de Israel y los tours de medio día son organizados por empresas israelíes).

Igual que su instalación Dismaland del 2015 en el Reino Unido, el Hotel Walled Off de Banksy nos anima a cuestionarnos sobre nuestras opciones y nuestros papeles en un mundo cada vez más desigual e injusto. ¿Debemos ser voyeurs usando nuestras oportunidades de turismo y ocio para fines egoístas? ¿O podemos sentir las experiencias de otros en lugares como Walled Off y movilizarnos hacia la defensa y la acción? ¿Es este hotel un espacio de compromiso político prometedor, donde a través del turismo podemos cambiar algo más allá del hedonismo egoísta, del escapismo que actualmente se promociona?

El Turismo: ¿una prometedora herramienta de cambio político?

Aquellos que organizan y desarrollan el turismo para la defensa política demuestran compromiso con su eficacia. Desde los viajes de solidaridad cubanos, las visitas guiadas a los revolucionarios zapatistas de Chiapas, hasta el alojamiento en el Hotel Bauen (un hotel recuperado por trabajadores de Buenos Aires), los defensores acuden a este tipo de proyectos reivindicadores en manada para descubrirlos y apoyarlos.

En términos más generales, la organización de derechos humanos Global Exchange, con sede en Estados Unidos, ha ofrecido visitas de derechos humanos a sitios de todo el mundo para defender la justicia.

En Palestina, el Grupo de Turismo Alternativo ha creado el «turismo de justicia» y ha ayudado a los turistas a aprender de los defensores de los derechos humanos palestinos (e israelíes) sobre los asuntos de la región.

El Hotel Walled Off de Banksy nos invita a considerar el valor del turismo como una herramienta política. Los Palestinos quieren ser escuchados, y Banksy ha utilizado su plataforma como celebridad para llamar la atención sobre las injusticias de la ocupación.

Al ocupar una habitación en el Walled Off, un turista puede observar de una manera real quién se está movilizando y quién no; y cómo nuestras decisiones inciden en tales circunstancias.

Freya Higgins-Desbiolles, Profesor Titular de Turismo, University of South AustraliaEste artículo fue publicado originalmente en The Conversation y traducido por Jenny Reyes.  Puedes leer el artículo original