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Turismo y destrucción ambiental

[dropcap]E[/dropcap]l pasado mes de marzo se publicaba en la revista “Geomorphology” un estudio sobre la evolución del litoral de Gran Canaria, realizado por 3 investigadores del Instituto de Oceanografía y Cambio Global de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. En este estudio se constataba que debido al boom turístico que ha sufrido la Isla a partir de los años 60 se habían perdido el 65 % de sus dunas, el 22 % de sus humedales y el 11 % de sus playas.

Este grave problema, desgraciadamente, es un cáncer extendido en todo el litoral español, e incluso me atrevería a decir a nivel mundial. Según la organización ecologista Greenpeace, entre los años 1987 y 2005 se destruyeron 2 hectáreas al día solo en los primeros 500 metros de costa. Durante el período conocido como “burbuja inmobiliaria” los sistemas costeros españoles fueron los más dañados por este boom urbanístico, asociado principalmente a la actividad turística, a las viviendas de segunda residencia, las urbanizaciones o resorts, entre otros. En muchos casos ni tan siquiera fueron respetados los Espacios Naturales Protegidos, como fue el caso del Hotel de la playa El Algarrobico, en pleno Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, en Almería.

La zona del Mediterráneo es la zona más dañada por este boom turístico que realmente fue el punto de inflexión del deterioro de ecosistemas de gran valor ambiental. El caso de la Manga del Mar Menor es el más grave de todos con casi un 80% de superficie urbanizada, serios problemas de contaminación y la pérdida de biodiversidad que esto conlleva; además de ser una de las zonas de España con mayor riesgo de inundación debido a la construcción excesiva.

Sin embargo, también existen iniciativas de conservación ejemplares como el caso del Parc Natural de la Serra d’Irta, en la Provincia de Castellón, se caracteriza por ser prácticamente el último tramo sin urbanizar de toda la costa española desde Francia hasta el Cabo de Gata, en Andalucía. Apenas 14 Km de costa que han quedado como un refugio de biodiversidad y geodiversidad, y protegidos del boom turístico de la costa Mediterránea española. Esto ha sido aprovechado por empresas locales que han visto esto como una oportunidad para desarrollar estrategias y actividades ligadas al Turismo Sostenible y Responsable.

Además, Muros del Nalón o Villaviciosa, ambos en Asturias, se incluyen dentro de la lista de los apenas 150 municipios costeros españoles menos urbanizados. Villaviciosa cuenta con un estuario, con la categoría de Reserva Natural Pacial, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Humedal de Importancia Internacional (RAMSAR), lo que ha favorecido la atracción de un turismo de calidad al territorio, desde personas que vienen atraídas por el valor y el atractivo del paisaje, hasta amantes del birdwatching de todo el mundo.

España cuenta con casi 8.000 km de costa, y es que el litoral es un sistema especialmente sensible a los cambios antrópicos directos e indirectos. Por ejemplo, la construcción de una presa en un río puede hacer que playas y estuarios tengan un déficit de aportes de arena, ya que los ríos ceden sedimentos arenosos a estos ecosistemas. Por otro lado, construir cerca del litoral determinará que aumente el riesgo de erosión y la pérdida de infraestructuras, e incluso vidas humanas, debido a fenómenos de inundación, o los frecuentes temporales que se suceden durante el invierno. Hecho que se está acentuando con la subida del nivel del mar debido al deshielo de los casquetes polares.

Aún nos cuesta comprender estos riesgos y dejar de ver la protección ambiental como una barrera al desarrollo económico y turístico de un municipio, en lugar de una ventaja y un valor añadido para fomentar un turismo de calidad sostenible no sólo con el entorno, sino también con las personas que allí habitan.