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Argentina. ¿Es posible una minería sustentable y controlada?

La República Argentina, por su extensión y la diversidad de su territorio ofrece a sus visitantes múltiples opciones a la hora de elegir destinos y posibilidades. Desde sus zonas cordilleranas y de lagos, hasta su noroeste montañoso y con amplísima herencias culturales e históricas, su zona litoraleña regada por caudalosos ríos, su Patagonia casi inexplorada y misteriosa como también sus playas atlánticas de continua expansión.

Seguramente debiera ser una misión central de los gobiernos, no solo fomentar el desarrollo de la actividad turística como herramienta económica, sino profundizar todas las medidas necesarias para que esta actividad sea absolutamente sostenible y no acabe siendo un beneficio circunstancial y pasajero que conlleve finalmente a mayores pesares, no solo para el medio ambiente sino para los pueblos en general.

En este marco de desarrollo económico y destrucción del medio ambiente se inscriben las explotaciones de minería a cielo abierto que, en diferentes regiones de Argentina, desde hace varias décadas han cumplido una función altamente dañina, de la que difícilmente estas regiones puedan recuperarse a mediano plazo debido al acelerado proceso de contaminación, fundamentalmente de sus fuentes acuíferas que en su deslizamiento natural transportan importantes cantidades de toxinas y desechos propios de la actividad, tal como el cianuro que es utilizado en la extracción de metales y otros derivados de la forma que asume la explotación industrial a cielo abierto.

Mas allá de lo geográfico, que puede sensibilizar ante la mirada atenta, existe un silencioso daño que recorre las entrañas mas profundas de nuestro suelo, contaminando napas de aguas profunda y ríos de superficie, provocando muerte masiva de especies, intoxicación de cultivos y de animales de crianza, y fundamentalmente un incremento exponencial de casos de enfermedades derivadas de los altos niveles de contaminación. Todo ello ante la desaprensión y muchas veces la complicidad oficial.

La necesidad de desarrollo económico y social de regiones muchas veces postergadas y sometidas a difíciles contextos políticos ha conducido por caminos sinuosos donde se ha priorizado el acceso a divisas por sobre el cuidado del medio ambiente y la vida en general de los hombres y mujeres que habitan las regiones en cuestión. Es necesario destacar que hay una concurrente continuidad en la expoliación histórica de los recursos naturales en nuestros territorios y el deterioro de los mismos, como también no debiera obviarse que los países con mayores niveles de desarrollo humano han asumido compromisos concretos que regulan abiertamente las prácticas extractivistas como las que sí desarrollan en suelos americanos desaprensivamente.

En ese sentido, es importante mencionar las resoluciones que el Parlamento Europeo en marzo de 2017 emitió en las cuales destacaba la importancia de “los intereses legítimos de las comunidades locales afectadas por los efectos potencialmente dañinos de las instalaciones de gestión de residuos mineros. Su experiencia en el pasado sugiere que la gestión de los residuos de extracción tiende a ser considerada como una actividad independiente, separada de la compleja cuestión de las industrias extractivas. Este enfoque puede pasar por alto el principio de cautela y la participación real de las poblaciones locales, lo que impide una evaluación realista de los costes y los riesgos generados por la minería moderna a cielo abierto”. Y recomienda la profundización de los estudios previos de impacto sobre el ambiente y la salud poblacional, así como mayores niveles de control en las operaciones, aunque ello signifique recurrir a tecnologías mas costosas y seguras.

Es posible que exista una contradicción concreta entre los conceptos de desarrollo económico y los de una vida sostenible, y seguramente tienen que ver con las formas que asume el sistema imperante que prioriza las ganancias por sobre los beneficios más trascendentales propios de valores culturales y tradiciones milenarias.

Catamarca o San Juan, son provincias argentinas donde los emprendimientos mineros han tenido mayor desarrollo y al mismo tiempo han mostrado un acelerado deterioro de las condiciones naturales, desde sus aguas hasta sus bosques y fundamentalmente por un continuo estado de expulsión (violenta o inducida) de pueblos que habitaron históricamente dichas regiones y que terminan recluidos en las periferias urbanas huyendo de la contaminación que agotó sus tierras y los deja sin posibilidad de sustento.

La actividad turística no es solo una cuestión recreativa, sino que posee en su seno una amplia gama de posibilidades de expansión del conocimiento y acceso a nuevas experiencias culturales que son nutrientes indispensables para elaborar sociedades más sanas. La necesidad del cuidado del ambiente se inscribe en la posibilidad de conservación y de que el lógico desarrollo de las actividades económicas propias de las sociedades modernas no acabe siendo solo beneficios efímeros y focalizados en grupos reducidos. 

Incidir desde una mirada consciente en la necesidad de que la actividad económica debe ir acompañada de la búsqueda de prosperidad general suele percibirse como una frase cargada de inocente idealismo, y en realidad posee en su seno los valores humanistas que nos constituyen y engrandecen.

Autor: Alberto Miguel Sánchez

Alberto es estudiante de Historia en la Universidad Nacional 3 de Febrero de Argentina. En la actualidad trabaja en una empresa de servicios públicos y además, colabora con emprendimientos no gubernamentales relacionados al cuidado del medio ambiente y la revalorización de las culturas originarias.